En general, salvo excepciones, la práctica del miércoles es lenta y profunda. No significa que sea fácil...
Más bien, es retadora, pues nos confronta al silencio y nos obliga a detenernos a observar. Las tensiones acumuladas en el cuerpo son emociones reprimidas, encapsuladas cuya función es bloquearnos, empantanarnos en nuestra evolución como seres conscientes.